Tal como lo concebían los mayas, el papel de las mujeres se limitaba a la reproducción. Las jóvenes de los linajes de élite eran intercambiadas por muchachas de otras ciudades, generando redes de parentesco que vinculaban a todas las regiones del mundo maya, y exceptuaban de la obligación de casarse con mujeres u hombres del mismo linaje.
Excepcionalmente, ciudades como Palenque y Tikal admitieron que las mujeres de la nobleza ocupasen roles gobernantes, en caso de interrumpirse la línea de descendencia masculina.
Las normas morales eran sumamente rígidas. Prohibían el adulterio, y las mujeres que las transgredían eran muertas por lapidación. Como excepción, se aceptaba la poligamia. Se aceptaba el divorcio, y en el caso de insatisfacción se podía devolver a la novia durante el primer año de matrimonio.
El consumo de alcohol, tabaco y estupefacientes, era un privilegio de los hombres de las castas superiores, quienes recurrían a los mismos para facilitar la comunicación con los antepasados y con otras deidades.
La llegada de la pubertad se celebraba con un ritual durante el cual se les quitaba a los adolescentes los adornos simbólicos de la virginidad, una cuenta blanca en la cabeza de los varones, y una concha marina en la cintura entre las mujeres.
Los padres del varón encargaban estudios astrales y predicciones sobre el futuro de la pareja a un adivino, rechazando a la muchacha en el caso de encontrar incompatibilidades en el significado de los nombres. Como en otras culturas, debían pagar una dote y asumir una serie de compromisos acerca del sustento que el varón le brindaría a sus suegros en el futuro.
Fue el sheriff del condado de McNairy, Tennessee. Conocido históricamente como uno de los héroes estadounidenses más valientes de la vida de todos los tiempos.
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